Carlos Arráiz y Pastor Oviedo…¿inmorales?



La opinión de la mayoría no siempre es la verdad, es el nombre del audiovisual que pretende crear conciencia y esa palabra tan en boga que todos repiten, pero que casi nadie profesa: Tolerancia.
El impecable corto difundido por Contrapunto.com, muestra una realidad y una escena que se repite a diario millones de veces en el mundo. Negar la homosexualidad, subestimarla o ignorarla es lo verdaderamente inmoral… Dependiendo con el cristal que se miren las cosas, algo puede ser inmoral o moralmente aceptable, pero lo cierto del caso es que el respeto se gana y los derechos no se mendigan. La homosexualidad y la heterosexualidad son condiciones de vida, ninguna de las dos son determinantes para ser moral o inmoral. Eso lo determinan las acciones de cada persona, valores y calidad humana. Mientras los homosexuales sigamos aceptando que se nos vea como “anormales” e “inmorales”, ni la tolerancia, ni el respeto, ni mucho menos los derechos que tenemos como seres humanos se nos van a reconocer. El camino no es pedir tolerancia, es exigir respeto y dejar de mendigar lo que por ley de vida nos pertenece. La doble moral, el discurso “conveniente” del político y el apoyo a una “minoría” es pura paja y no se puede aceptar que por ganar votos o mostrarse “solidario a una causa”, sigamos siendo vistos y utilizados “convenientemente” como inmorales y extraterrestres.
Aplaudo la iniciativa y “valentía” de Carlos Arráiz y Pastor Oviedo, pero la solución a esta lamentable situación que se vive, aceptando ser vistos y acusándonos de ser una especie de mutación humana o seres “inmorales”, no puede seguir sucediendo, porque nada se gana, ni se avanza. Son campañas estériles, que causan un impacto visual y un morbo, pero que no llegan más allá, porque no existe la exigencia contundente de nuestros derechos en lo que llamamos “sociedad”, esa que vive de una “moralidad” y acepta en silencio, crímenes, abusos de poder, desabastecimiento, violaciones a los derechos humanos, crueldad y se muestra inmune ante el dolor del prójimo, pero que nos utiliza como tema de discusión ante una asamblea, para ver “la posibilidad” de otorgarnos lo que por ley nos pertenece. Allí radica el problema. Si no exigimos contundentemente nuestros derechos, ni que se besen, ni que muestren por cine, prensa o cortometrajes lo que somos y no debemos estar mostrando para que una “sociedad” nos acepte, si no para que vivamos todos unidos, a pesar de las diferencias ideológicas, sexuales y religiosas. Tú derecho es el mismo que tiene cualquier ser humano, aceptar menos, es irrespetarse y peor aún, es inmoral. 

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